BLOG PERSONAL

Este es el blog personal del diácono permanente de la Diócesis de Orihuela-Alicante FRANCISCO JUAN LOPEZ ALBALADEJO.
Diaconia es sacramento, es entrega, es consagración al servicio ministerial del Señor y de los hermanos. De los hermanos que necesitan escuchar la Palabra de vida eterna encarnada: "Tú tienes palabras de vida eterna" (Jn 6,68); haciendo presente a Jesucristo en la comunidad cristiana y al mundo.

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Diácono permanente de la Diócesis de Orihuela-Alicante. Licenciado en Ciencias Religiosas

domingo, 23 de diciembre de 2012

LA ENCARNACION OBRA DE LA TRINIDAD



 LA DIMENSIÓN TRINITARIA DEL MISTERIO DE LA ENCARNACION

        El Verbo tuvo piedad de nuestra raza y de nuestra debilidad y, compadecido de nuestra corrupción, no soportó que la muerte nos dominase, para que pereciere lo que había creado, con lo que hubiera resultado inútil la obra de su Padre al crear al hombre, y por esto tomó para sí un cuerpo semejante como el nuestro, ya que no se contentó con habitar en su cuerpo ni tampoco en hacerse simplemente visible.
     La Encarnación del Hijo es un único acto, común a las tres Personas divinas: “El hecho de que María concibiese y diese a luz es obra de la Trinidad, ya que las obras de la Trinidad son inseparables” (S Agustín).
      Afirmar que “Uno de la Trinidad se ha hecho hombre” se ha hecho necesariamente problemática:
a)       La problemática teológica, abierta desde la formulación por K. Rahner del Grudaxiom, sobre la “conveniencia” de la encarnación de la segunda Persona y la doctrina de las “apropiaciones” en la teología clásica.
b)      Las grandes líneas del testimonio unitario de la Escritura sobre el compromiso y la        actuación salvífica del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en el misterio de la Encarnación.
          De  la Teología y Cristología podemos deducir:
          La relación que existe entre el misterio de la Trinidad y el de la Encarnación= Dios-Padre-> Hijo-> Espíritu Santo.
      En San Pablo podemos ver el compromiso personal del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en la encarnación. El envío de Hijo y del Espíritu Santo desde Dios-Padre.
“Pero cuando se cumplió el plazo envió Dios a su hijo, nacido de mujer, sometido a la Ley, para rescatar a los que estaban sometidos a la Ley, para que recibiéramos la condición de hijos. Y la prueba de que sois hijos, es que Dios envió a vuestro interior el Espíritu de su Hijo, que grita: ¡Abba! ¡Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino hijo, y si eres hijo eres también heredero, por obras de Dios” (Gál 4,4).
        Bajo esta auténtica “autocomunicación” de Dios por la revelación es posible para el hombre conocer el misterio trinitario de Dios. La revelación de Dios es la revelación de Dios uno y trino: el Padre de Jesús, que implica que Jesús es el Hijo de Dios; y el Espíritu Santo como don del Padre y del Hijo que nos introduce en la intimidad de su vida.
      El misterio de Dios uno y trino es el punto central de la fe cristiana y la fuente de todos los otros misterios cristianos, siendo a la vez la luz que los ilumina.

       La revelación de Dios uno y trino determina la especificidad y originalidad cristiana de la noción de Dios. El monoteísmo cristiano es el del Dios trino, por lo que no se puede identificar sin más con el Judaísmo o el Islam. Nuestro monoteísmo no es absoluto es relativo es Trinitario.
        El cristianismo, a diferencia de las demás religiones, confiesa que este Dios personal y trascendente, incluso permaneciendo tal, se ha hecho hombre. La existencia de Jesús de Nazaret ofrece todas las garantías históricas y teológicas de su encarnación personal, única, absoluta y definitiva: “la voluntad salvífica universal de Dios Uno y Trino es ofrecida y cumplida una vez para siempre en el misterio de la encarnación, muerte y resurrección del Hijo de Dios” (Decl Domini Jesus 14).
          Jesucristo es el lugar personal de encuentro y diálogo entre la divinidad y la humanidad, entre el eterno y la historia, entre el absoluto y lo relativo. Su persona y su acontecimiento constituyen la síntesis y el cumplimiento supremo de toda mediación salvífica pasada, presente y futura.
        La pretensión del cristianismo no es fundamentalismo. El cristianismo respeta la libertad y lo hace desde la humildad. La moral cristiana es Verdad-libertad. Lo seguimos en la libertad pero la Verdad no la construye la libertad.
        El misterio de la encarnación y el  misterio trinitario están en íntima y reciproca relación: “La economía de Jesucristo revela al Dios Trino; Jesucristo sólo puede ser conocido en su misión si se entiende correctamente la presencia singular de Dios mismo en él. Por ello, teocentrismo y cristocentrismo se iluminan y postulan mutuamente” (CTI)
        La encarnación tiene su fuente y su explicación en la Trinidad, y la Trinidad encuentra en la Encarnación su expresión y su prolongación ad extra, ya que en la fecundidad ad extra de Dios tiene su manifestación libre y gratuita no sólo en la creación, sino en la redención y en la misión del Hijo, que extiende a la humanidad entera y al cosmos la participación en la vida divina:
          “La Trinidad económica es la Trinidad inmanente, y viceversa” (Rahner). Dios uno y trino se revela en la “economía” tal y como es en su vida inmanente, a través de la revelación de Cristo tenemos acceso a la teología. Sólo a partir de la revelación acaecida en Cristo tiene sentido que hablemos del Dios trino.
           El modo como la Trinidad se presenta a nosotros en la economía de la salvación ha de reflejar como es en sí mismo: “Parece que esta reflexión se impone. De lo contrario la salvación del hombre no sería Dios mismo, habría que buscarla en otro sitio, o el Dios que se revela y nos salva no es el que es en sí mismo; lo cual evidentemente no es concorde con la fe cristiana” (Ladaria).
Aunque Dios es siempre mayor que todo lo que de él podemos conocer, la  revelación cristiana afirma que eso “mayor” es siempre trinitario.
FRANCISCO JUAN LOPEZ ALBALADEJO
Diácono (permanente)

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