LOS DIACONOS EN LA IGLESIA CATÓLICA
Breve comentario a la noticia publicada el pasado domingo día 16 de septiembre de 2012 en el Diario Información y que se trascribe seguidamente:
Manuel Marco El sábado, día 22 de septiembre, el obispo Rafael Palmero Ramos ordenará de diáconos en Albatera a las 11 horas a cuatro seminaristas y a dos seglares. Los nombres de los seminaristas son Miguel Cano Crespo, de Altea; Marcos Antonio Giménez Cano, de Formentera del Segura; Abelino Abad Mora-Meza, de Orihuela; José Manuel Poveda Ruvira, de La Murada. Los nombres de los seglares son Federico García-Galbis Esquembre, de Villena; Alfonso Sabater Albertus, de La Aparecida. Los seminaristas recibirán el sacramento del diaconado como paso previo a la ordenación sacerdotal, que tendrá lugar el próximo año. Los seglares recibirán el diaconado permanente, es decir, se quedan en esta fase del sacramento del Orden, sin seguir adelante. El diaconado es el primer paso del sacramento del Orden. Le siguen el Presbiterado y el Episcopado. Las funciones sacramentales del diaconado son más reducidas que la de los presbíteros y muchísimo más que las que tiene el Obispo. La ordenación de diáconos permanentes se debe a la escasez de vocaciones para el sacerdocio, especialmente en Europa. Aquí la situación es particularmente preocupante. En los últimos años, a partir del 2000, el número de vocaciones al sacerdocio en Europa ha descendido en más de 7.000 personas. En cambio, en África ha ascendido mucho, superando los 7.000. En Asia, donde la presencia de católicos es menos representativa, el número de seminaristas ha crecido mucho, superando los 8.000. En Estados Unidos, el número de seminaristas ha aumentado ligeramente. En América central ha descendido y en América del Sur ha aumentado un poco. Nuestra Diócesis de Orihuela-Alicante, aunque mantiene con esfuerzo el número de seminaristas (sube o baja cada año ligeramente), ha reanudado el diaconado permanente, en el que los seglares, aunque estén casados, se ordenan diáconos, sin ascender a presbíteros, para ayudar a los sacerdotes, a las parroquias y al mismo Obispo. Suelen atender, espiritual y sacramentalmente, a los enfermos, mantienen las catequesis, colaboran muchísimo con los párrocos, los coadjuntores. En definitiva, son una bendición de Dios. En Albatera, se van a ordenar dos seglares.
El único interés que me mueve para hacer este breve comentario en mi Blog personal, en mi condición de diácono ordenado con carácter de permanente, es el de poder aclarar al autor de dicho artículo y de manera especial a los cristianos el significado profundo que tiene uno de los grados del sacramento del Orden.
En la noticia se dice que se ordenará de diáconos «a cuatro seminaristas y a dos seglares» y se les distingue a unos como seminaristas y a los otros como seglares y yo me pregunto: ¿acaso no son también seglares los seminaristas? ¿Qué se pretende con esa distinción? Unos son formados en un seminario diocesanos y los otros en el Instituto de Ciencias Religiosas, además de una preparación específica para el ministerio por parte de un director y unos formadores.
Se dice que los seminaristas recibirán el sacramento del diaconado «como paso previo a la ordenación sacerdotal, que tendrá lugar el próximo año» y que seguramente así será si Dios quiere. «Los seglares recibirán el diaconado permanente, es decir, se quedan en esta fase del sacramento del Orden, sin seguir adelante.» Posiblemente así será si Dios quiere y la Iglesia no decide otra cosa.
Pero hay que hacer notar que tanto los «seminaristas» como los «seglares» recibirán el mismo sacramento y en el mismo grado. Lo de «permanente» es el carácter con el que ejercerán dicho sacramento pero ello no significa que sea distinto y de la misma manera se podría decir que los otros lo reciben con carácter «transitorio». Refiriéndose a las funciones sacramentales del diaconado se dice que «son más reducidas que la de los presbíteros y muchísimo más que las que tiene el Obispo». Al hablar de «reducidas» se puede dar a entender a muchas personas que los diáconos son «medio curas» y no que reciben el sacramento del Orden en grado distinto, que son distintas las funciones, la manera de ejercerlas y la sacramentalidad propia de un diácono y la de un presbítero y que ambos la reciben del que tiene la plenitud del sacramento que es el Obispo, para ejercerlas cada uno de la manera que le es propia.
Decir que la ordenación de diáconos permanentes se debe a la escasez de vocaciones para el sacerdocio puede significar que los diáconos en la Iglesia existen según la necesidad de presbíteros y que si el día de mañana hay muchos presbíteros ya no hacen falta los diáconos y esto es no tener clara la eclesiología del Concilio Vaticano II:
«Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia latina ha restablecido el diaconado “como un grado particular dentro de la jerarquía” (LG 29), mientras que las Iglesias de Oriente lo habían mantenido siempre. Este diaconado permanente, que puede ser conferido a hombres casados, constituye un enriquecimiento importante para la misión de la Iglesia. En efecto, es apropiado y útil que los hombres que realizan en la Iglesia un ministerio verdaderamente diaconal, ya en la vida litúrgica y pastoral, ya en las obras sociales y caritativas, “sean fortalecidos por la imposición de las manos transmitida ya desde los Apóstoles y se unan más estrechamente al servicio del altar, para que cumplan con mayor eficacia su ministerio por la gracia sacramental del diaconado” (AG 16)» (CCE 1571).
Se dice que nuestra Diócesis «ha reanudado el diaconado permanente, en el que los seglares, aunque estén casados, se ordenan diáconos, sin ascender a presbíteros» y esta manera de expresarse pone en entredicho el carácter de la llamada de Dios para el ejercicio del ministerio. Nadie en la Iglesia asciende, se es llamado, y cada uno para ejercer su vocación a la santidad desde el lugar o la condición con la que Dios llama y la Iglesia confía.
El diácono ejerce su ministerio junto al Obispo y también junto a su presbiterio pero no como simple colaborador, que también lo es un seglar o cualquier otra persona a la que se le confía un servicio o una tarea puntual y específica, sino con un carácter sacramental que lo configura a imagen de Cristo diácono del Padre y servidor en la comunidad a la que es destinado.
Francisco López
Diácono (permanente)
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